PROBLEMAS DE LA FILOSOFÍA



REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL
LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO RURAL “EL MÁCARO”
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN NIVEL PRE-GRADO
Participante: García, Yoly          

PROBLEMAS DE LA FILOSOFÍA


La filosofía ha sido un tema considerado oscuro para muchas personas que intentaron aproximarse a esta disciplina. Sin embargo, día a día se van sumando adeptos que ya no temen sumergirse en las profundidades complejas del saber filosófico y que por el contrario permanecen entusiasmados y asombrados al darse cuenta del cambio mental que operan estos conocimientos en las personas que se atreven en incursionar en este campo.
 Es importante tener bien claro cuál es el objeto de estudio de la Filosofía, después que haber quedado aislada y de haber sido diezmada por el desarrollo de las ciencias naturales y el rigor del método científico
La filosofía no se limita a tener información objetiva de un objeto de estudio sino que también reflexiona sobre sí mismo y es de esta reflexión que surge la problemática con la que la filosofía se enfrenta. El filósofo se encuentra frente a las dificultades como el ser o el sentido del conocimiento, el misterio de la vida, el origen del universo y del hombre, por el sólo hecho de pensar.
La filosofía se ocupa no sólo de detectar estos problemas sino que trata de considerarlos y de resolverlos. Para lograr este propósito esta debe utilizar un sistema teórico coherente y lógico que explique el mundo de la manera más amplia posible. Esta explicación a todo lo que existe tiene que lograr justificar la vida del hombre como tal, de manera que le permita adoptar una cierta actitud.
La filosofía puede tratarse de modos de ver el mundo que incluyan otros niveles de conocimientos además de la razón, sólo alcanzables a través de una experiencia mística. El  objeto central de la filosofía es difícil de definir y comprender,  se trata del Ser, este expresa lo más general que puede decirse de una cosa, sea cual sea, real, posible o concebible. El problema del Ser presenta dos aspectos: la realidad del ser o el ser como algo pensado. Este Ser para poder definirse no puede ser algo que cambie, por lo tanto debe ser algo que no cambie o algo que haga posible los demás seres o como algo único que tiene distintas formas de manifestación.
Estos problemas en toda filosofía dependen uno de los otros. Por esta razón  se divide en distintos campos: la filosofía del conocimiento, la filosofía teórica y la filosofía práctica. Del problema del conocimiento se ocupa la lógica que a su vez se divide en formal y metodológica según se ocupe de la estructura del conocimiento o de los sistemas para obtenerlo; y la teoría del conocimiento que estudia la relación del conocimiento con la realidad. La filosofía teórica es la que se ocupa principalmente del ser y se denomina ontología. Si se distinguen diversos tipos de seres origina disciplinas teóricas especiales como la cosmología que es el estudio del ser físico, la psicología que es el estudio del ser espiritual y la teodicea que es el estudio del ser divino. La filosofía práctica estudia todo lo hecho por el hombre y comprende temas como la ética, la religión, la historia, etc.
 Problema antropológico
El hombre es un ser material entre otros seres materiales, un viviente entre otros seres vivientes; pero eminentemente es un ser espiritual capaz de razonar y de crear. Podemos afirmar que la estructura histórica esencial del hombre es la resultante de tres factores mutuamente implicados: 1) el carácter encarnado del espíritu humano (el hombre no es pura materia ni puro espíritu, sino, en la expresión de Heidegger, ser-en-el-mundo); 2) el hecho de la intersubjetividad o dimensión relacional de la vida humana (la subjetividad humana no es una interioridad cerrada al estilo de Descartes, o de Leibniz, sino ser-con-nosotros-conciencia de); 3) la temporalidad (el hombre es también él mismo ser histórico, tiempo, historia).
Precisamente la filosofía del hombre estudia las operaciones específicamente humanas, el conocimiento intelectual y la voluntad libre. A través de ella demuestra que el alma humana es espiritual, ya que es la raíz de las operaciones que trascienden el ámbito y las posibilidades de la materia.
En sus lecciones de "Lógica", Kant resumía el campo de la filosofía y sus problemas básicos a las famosas cuatro preguntas fundamentales: ¿qué puedo saber? (Metafísica); ¿qué puedo hacer? (Moral); ¿qué puedo esperar? (Religión); ¿qué es el hombre? (Antropología). Pero el problema del hombre no es sólo teórico, sino que lo involucra vitalmente porque quien pregunta se halla metido en el mismo interrogante.
 Esta  interrogante fundamental de la antropología aborda la estructura básica y esencial del hombre que lo constituye en cuanto tal y lo diferencia de las demás cosas. La pregunta: ¿qué es el hombre? Implica de por sí una previa afirmación de una esencia ya determinada, es decir, su comprensión dentro de un horizonte metafísico, pregunta que es impugnada por los marxistas sobrevivientes al amparo del existencialismo propuesto por Sartre; quien afirmó que de algún modo se impone la noción y la necesidad de establecer estructuras básicas del hombre si queremos establecer un punto de discontinuidad como se resalta en su actividad racional y cultural respecto a las demás especies vivientes.
En la historia del pensamiento antropológico, la determinación de las estructuras fundamentales del hombre conoce múltiples definiciones: el hombre como ser racional, como ser instintivo, como ser práctico-transformador, como ser cultural, como ser metafísico, como ser religioso, como ser estético, como ser trascendente, como ser-en-el-mundo, etc., son determinaciones que pretenden señalar no sólo aspecto o elementos distintivos del hombre sino su núcleo fundamental.
 El problema de Dios
El problema de Dios no es como otros un asunto puramente teórico, sino que, en su determinación, involucra muchas actitudes previas, opciones vitales, e incluso una previa actitud ante lo real. Ya Anaxágoras sostuvo que Dios es el creador del orden del mundo al considerar a la Inteligencia como la divinidad que ordena el mundo.
El planteamiento del problema de Dios, como de otros problemas, ofrece múltiples posiciones e interpretaciones. El mismo concepto de Dios en la historia de la filosofía no es tan unívoco, llegando incluso a presentarse conceptos de tipo panteísta. De hecho, la noción predominante se refiere al concepto de Dios ofrecido por el cristianismo y su pensamiento en los grandes teólogos. En este sentido, Dios sería un ser distinto del mundo, causa de él, personal y existente en sí mismo (aseidad). Por la influencia misma del cristianismo en la cultura europea este concepto ofrece la gran ambigüedad de su múltiple uso y abuso, cuando se le invoca en los procesos culturales, sociales, ideológicos y políticos.
El problema de Dios conoce una historia paralela en el ateísmo que, con distintos ropajes filosóficos, centra toda una serie de polémicas y críticas que van desde el agnosticismo hasta el ateísmo militante como lo fue el marxismo. Particularmente en las corrientes materialistas (Demócrito en la Antigüedad) y desde el siglo XVIII la corriente de impugnación de la afirmación sobe la existencia de Dios se ha hecho cada vez más fuerte; línea que se prolonga en los sistemas particulares de Nietzsche, Feuerbach, Marx, Sartre y de algún modo se postula en el positivismo, el neopositivismo y la filosofía analítica.
En el campo cristiano, el alcance y la valoración de las "pruebas" son muy dispares. Kant no las aceptó y postuló otro camino (la prueba moral). Hoy, sus reformulaciones están más dentro de la filosofía neo tomista, mientras que otras tendencias teológicas o se suman al radicalismo de corte protestante siguiendo la línea de Lutero, Kierkegaard, Unamuno, Karl Barth o la orientación antropológica de Karl Rhaner dentro del horizonte de la metafísica trascendental de Marechal y Heidegger. En la misma perspectiva se ubicaría el planeamiento de Zubiri, pero con otros supuestos metafísicos
El problema ético
Se dan dos concepciones fundamentales de la ciencia ética, esto es: 1) aquella que la considera como ciencia del fin al que debe dirigirse la conducta de los hombres y de los medios para lograr tal fin y derivar, tanto el fin como los medios de la naturaleza del hombre; 2) aquella que la considera como la ciencia del impulso de la conducta humana e intenta derivarla con vistas a dirigir o disciplinar la conducta misma. Estas dos concepciones son fundamentalmente distintas y hablan dos lenguajes distintos, aunque se han entrelazado de manera diferente tanto en la Antigüedad como en el mundo moderno.
En efecto, la primera habla del lenguaje del ideal al que el hombre se dirige por su naturaleza y, en consecuencia, de la "naturaleza", "esencia" o "sustancia" del hombre. En cambio, la segunda habla de los "motivos" o de las "causas" de la conducta humana o también de las "fuerzas" que la determinan y pretende atenerse al reconocimiento de los hechos.
En este contexto, la dimensión ética de la existencia del hombre tanto en su aspecto individual como social ha sido objeto de la reflexión filosófica en todas las épocas, especialmente en ciertos períodos o coyunturas de crisis y de grandes cambios estructurales. Pero aquí, como en todos los problemas filosóficos, el planteamiento del problema y las líneas de solución configuran abundantes ramificaciones temáticas, según las escuelas y autores.
La dimensión ética de la vida humana se funda primero en el hecho de la moralidad, es decir, en el comportamiento práctico del hombre que se expresa en juicios, actitudes y normas en su interacción social y cultural. José Luis Aranguren hace notar que, en su raíz etimológica, este hecho designa originariamente un modo de ser más que los actos o costumbres que se remiten al modo específico de lo humano como existir consciente y responsable.
La  ética quiere referirse a la fundamentación teórica de la conducta humana en todas sus dimensiones queriendo ser el soporte de su praxis concreta. Además de la justificación racional de la moralidad, esta fundamentación quiere expresar un conjunto de normas y principios básicos orientadores de las situaciones concretas.
Emerich Coreth sustenta: "Vivimos la experiencia de que nos sale al paso un valor reclamando su afirmación y realización, que nos expresa un deber absoluto y que tal vez exige la renuncia a otra forma de comportamiento agradable y habitual. Quizá apartamos la vista e intentamos arrinconarlo marginándolo de nuestro campo visual. Y, sin embargo, percibimos una llamada imperante, una demanda obligatoria, que reclama nuestra libre decisión, pero que impone a nuestra libertad una obligación vinculante. Este fenómeno forma parte de las experiencias fundamentales de la existencia humana. De ahí que incesantemente haya preocupado a los filósofos de todos los tiempos. Es un fenómeno de tipo ético. ¿Qué significa y cómo hay que explicarlo? ¿Qué es un valor ético, un precepto moral, una actuación ética? ¿Qué es el hombre?
El problema del conocimiento
El problema del conocimiento supone e implica toda una historia relacionada en gran parte con el desarrollo de las ciencias, de los métodos experimentales, el avance de la matemática, el desarrollo elevado de las ciencias naturales, la insurgencia de las ciencias sociales, etc.
En este contexto, y dentro de las circunstancias actuales del majestuoso desarrollo científico y tecnológico, se hace cada vez más claro las implicaciones de este saber sobre las culturas, y al mismo tiempo los desarrollos ambiguos en su uso y la utilización de las estrategias políticas de la dominación. Por ello, el marcado acento crítico sobre el conocimiento y la utilización de las ciencias cuando éstas pretenden imponerse como instancias totalmente autónomas o cuando se postulan tesis discutibles como la exigencia de la neutralidad en sus desarrollos metodológicos o su en concepción puramente positivista.
Los problemas clásicos del conocimiento se refieren a los aspectos de esta relación intrínseca de los tres elementos del proceso del conocer: ¿Puede el sujeto conocer el objeto? (Problema de la posibilidad del conocimiento). ¿Es la razón o la experiencia la fuente primera y fundamental del conocimiento? (Problema del origen del conocimiento). ¿En el conocimiento, es el objeto el que determina al sujeto o el sujeto el que determina e impone sus condiciones al objeto como plantea Kant el problema? (Problema de la esencia del conocimiento). ¿Fuera del conocimiento discursivo existen otras formas de conocer la realidad como la intuición opuesta a la forma lógica argumentativa? (Problema de las formas del conocimiento). Cuando un conocimiento se revela como verdadero, ¿con qué criterio podemos estar absolutamente ciertos de que es así? (Problema del criterio de verdad del conocimiento).
 En otro sentido, la gnoseología comprende el estudio sobre el origen y la naturaleza del conocimiento humano al mismo tiempo que la validez de su contenido. En sentido estricto, la gnoseología es la indagación filosófica acerca de la validez objetiva del conocimiento; y desde este punto de vista se distingue y se relaciona con la lógica formal cuyo objeto son las relaciones de los contenidos de pensamientos entre sí (estudio de las estructuras internas del pensamiento: concepto, juicio, raciocinio) al mismo tiempo que las leyes genéricas del pensamiento. La gnoseología estudia los mismos contenidos no éticos según su relación al objeto y su función representativa de la realidad.
Problema de los valores
El problema de los valores  forma parte de nuestra vida tanto como las cosas, personas e instituciones que nos rodean. No podemos dejarlos de lado. Corresponde hacerse cargo de su presencia, pues la calidad de nuestras vidas depende del valor de los objetos que usemos, gocemos o seamos capaces de crear. Ellos son los que propiamente le dan una dimensión ética a nuestra existencia. No sólo son valores las cosas que constituyen el mundo, sino también mis propias actividades, incluso mis deseos, esperanzas e intereses.
El término valor fue utilizado primero por la economía política al estudiar el valor de uso y de cambio de las cosas. Tomás Hobbes (1588-1679) sostenía que "el valor o estima de un hombre es, como el de todas las demás cosas, su precio; es decir, tanto como sería dado por el uso de su poder. Por consiguiente, no es absoluto, sino una consecuencia de la necesidad y del juicio de otro. Un hábil conductor de soldados es un gran precio en tiempo de guerra presente o inminente; pero no lo es en tiempo de paz" (Leviatan).
Antes de Rudolph Lotze (1817-1881) sólo ocasionalmente la filosofía habló de valores; él hizo del valor un contenido fundamental del filosofar.  La moderna filosofía introducida por Max Scheler (1874-1928) y que procede de Lotze, distingue nítidamente entre valor y bien: los bienes pertenecen al orden del ser, mientras que los valores se enfrentan a éste con "suprema independencia" y forman un reino propio.
Pero, ¿qué son los valores? J. Hessen dice que "cuando se habla de "valor" puede entenderse tres cosas: la vivencia del valor, la cualidad del valor y la idea del valor. Si por valor se entiende exclusivamente la vivencia, se coloca el valor en la psique, en la conciencia, es decir, se lo sicologíza. Se incurre en el error opuesto cuando se tiene presente sólo la idea de valor. En este caso es fácil llegar a convertir el valor en una cosa, a hipostasiarlo, como lo hizo Platón. Por último, si se concibe el "valor" exclusivamente como cualidad, como modalidad de la cosa se lo naturaliza o cosmologiza. Se hace del valor algo propio de las cosas. Las tres concepciones son unilaterales. Perciben algo correcto, pero lo ven demasiado exclusivamente y pasan por alto otros detalles”.
PROBLEMAS DE LA PEDAGOGÍA
Es la Pedagogía la ciencia que tiene como objeto de estudio el proceso formativo.   Una ciencia adquiere carácter si tiene objeto y métodos propios. El problema de la Pedagogía es ante todo demostrar su carácter de ciencia. Su epistemología consiste en significar sus fundamentos conceptuales y sistema categorial, objeto, dimensiones, cualidades, componentes, leyes y eslabones, que permite concluir que, sobre la base de sus propios métodos científicos, es posible el análisis y la solución de los problemas que con más fuerza se revelan en la escuela contemporánea.
La ciencia pedagógica está llamada a constituirse en una disciplina de gran actualidad y penetración social, ésta tiene que ser capaz de establecer métodos que posibiliten el análisis dialéctico y estructural que determina el carácter necesario de su comportamiento, de ahí la creciente importancia que toma dentro de las ciencias sociales y en el sistema de ciencias contemporáneas en general, de esto se desprende la necesidad del estudio de la pedagogía y del  análisis de sus problemas actuales, por parte de maestros, estudiantes e investigadores que quieren elevar la calidad de la educación y con ello, el desarrollo del país.
 Por esta razón, en el mundo contemporáneo en casi todos los países se producen procesos de ajustes, modificaciones o intentos de transformaciones de sus sistemas educativos bajo las más diversas denominaciones: modernización educativa, revolución educacional, perfeccionamiento continuo del sistema nacional de educación, remodelación escolar, reactualización educacional, etc.
Aún existen dificultades en el proceso docente-educativo en la integración de la escuela con el proceso productivo, con la vida. la instrucción no garantiza la formación de habilidades en cada tema o unidad. La no aplicación consecuente de la sistematización de la enseñanza estimula la atención, desde niveles de dirección, de los aspectos específicos lo que implica una centralización excesiva, limita la iniciativa de la base y estimula una enseñanza impositiva, en que el estudiante no se ve comprometido y se siente ajeno al desarrollo del proceso como tal.
 En la formación del estudiante, repetidamente lo educativo se trata de alcanzar en un proceso ajeno a la instrucción, que a su erradicación debe propender una educación para la vida, una educación en el trabajo.
 Lo antes expuesto conduce a plantear, ¿qué papel juega la pedagogía para una integración de la escuela con el proceso productivo, con la vida?.  La profundización en el estudio de la epistemología del proceso docente-educativo en cuanto a problemas, conceptos, leyes, cualidades y métodos de una ciencia, se hace necesario como consecuencia de la necesidad de su optimización y se convierte en un enfoque esencial en el logro de la excelencia que se aspira, aún en aquellos países en que la actividad pedagógica ha cosechado ciertos niveles de excelencia.   
El ¿por qué? del problema y el ¿para qué? de la solución
Caben dos interrogantes: ¿No es posible evitar el problema epistemológico y conformarse con una u otra definición de la pedagogía? Entrar en él ¿no será el fruto de una desmedida tendencia especulativa que nada puede aportar al progreso efectivo de la educación?
Las preguntas no se refieren a la misma cosa. La primera exige el por qué, los motivos que llevan al problema epistemológico de la pedagogía; la segunda, el para qué de su solución, esto es las repercusiones que una salida de cualquier tipo puede tener en el mejoramiento del proceso educativo mismo.
Muchas son las razones que obligan al pedagogo a caer en las cuestiones del fundamento y significado de su disciplina, de todas ellas se destaca la que nace del doble carácter de la educación, definida simultáneamente como influencia y actividad intencional y como realidad para la vida del individuo, de la cultura y de la sociedad. Si la educación es una actividad intencional, la pedagogía debe preocuparse por regularla, dirigirla o conducirla; pero como, al mismo tiempo, se ofrece como un hecho real o como un dato, tendrá que describirla, explicarla o comprenderla
El pedagogo no puede elegir entre los dos caminos, sino decidirse a recorrer ambos porque está en la esencia de la educación ser una acción regulable y un dato a estudiar o un problema a resolver. Esa circunstancia da cuenta del vaivén de la pedagogía entre la práctica y la teoría, entre la norma y la ley, entre la experiencia y la doctrina, entre el arte y la ciencia. Determinar en qué medida y modo es posible la integración de esos dos aspectos, resulta así una exigencia que toda doctrina pedagógica debe satisfacer honestamente. Si no lo hace en los comienzos, guardará en su seno un conflicto latente pronto a estallar en cualquier terreno.
Tales las causas y la necesidad del planteo epistemológico. Los beneficios de una solución también se imponen con evidencia. En primer término, porque cuando más sólida sea la fundamentación de la pedagogía como disciplina con derecho a constituirse, mayor será la posibilidad de penetrar en la complejidad de lo educativo y mayor la eficacia de la actividad correspondiente; cuanto más cerca se esté de la vida misma de la educación mediante la afinación de los instrumentos que condicionan ese contacto, más factible será que una recíproca fecundación ocupe el lugar de la tensión entre la teoría del pedagogo y la experiencia del educador.
En segundo término, y dada la multiplicidad de factores que contiene el objeto pedagógico, su disciplina tiene que apelar a las demás ciencias ampliando así sus horizontes y proporcionando a esas ciencias un material precioso para sus investigaciones específicas. De esta manera será viable aquel “trato bienhechor" que, según Herbart, debe reinar entre la pedagogía y los restantes sectores del saber. Este aspecto merece otra referencia: la teoría de la pedagogía sólo podrá construirse con una gran amplitud de espíritu y con un real deseo de ayuda mutua entre los trabajadores de diversas ciencias, también aquí se refleja la especial naturaleza de la educación.
De igual forma, Si ésta es una labor colectiva, igualmente debe serlo la pedagogía. Es preciso que sus cultivadores sean capaces de salirse de lo meramente técnico en el mal sentido de la palabra  para tratar los problemas con visión objetiva a la vez que humana y personal. Al respecto logran validez de axioma las palabras de Spranger, sin contar con la tremenda responsabilidad que surge de ellas: "El punto de reunión de todas las experiencias y movimientos en el dominio educativo es el pedagogo y hay que confiar en que no sea una criba, sino un espíritu formador y plasmador que pueda devolver lo recibido y elaborado, a la idea... Porque este extenso trabajo no se hace para el fin de un almacenamiento académico, sino que debe volver a actuar de modo formador y fecundante sobre la vida misma".

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