Atrévete!
¡Épale!,
¿Quieres saber si realmente los signos de puntuación son insignificantes o significantes en la escritura?
Te invito a leer el siguiente fragmento “Tres bellas, ¡Qué bellas son!”,
Te darás cuenta que no tiene ningún signo de puntuación, ¡uhm! Deberás conocer las razones y representar uno de los tres personajes responsables de consignar o añadir los signos de puntuaciones (¡!), (,), (.), (;), (¿?), (…), ( ´ ) donde corresponda para darle la interpretación correcta. ¿De qué se trata? Es un relato de tres hermanas casaderas, Soledad, Julia e Irene, conocieron a un joven y apuesto caballero, licenciado en letras y las tres se enamoraron de él. Pero el caballero no se atrevía a decir de cuál de las tres hermanas estaba enamorado. Como no se declaraba a ninguna, las tres hermanas le rogaron que dijera claramente a cuál de las tres amaba. El joven caballero escribió en un poema sus sentimientos, aunque "olvidó" consignar los signos de puntuación, y pidió a las tres hermanas que cada una de ellas añadiese los signos de puntuación que considerase oportunos. La décima era la siguiente: Tres bellas, ¡Qué bellas son!: Tres bellas que bellas son me han exigido las tres que diga de ellas cual es la que ama mi corazón si obedecer es razón digo que amo a Soledad no a Julia cuya bondad persona humana no tiene no aspira mi amor a Irene que no es poca su beldad (Citado por Roberto Vilches Acuña en "Curiosidades literarias y malabarismos de la lengua". Editorial Nacimiento. Santiago de Chile, 1955)
¿Quieres saber si realmente los signos de puntuación son insignificantes o significantes en la escritura?
Te invito a leer el siguiente fragmento “Tres bellas, ¡Qué bellas son!”,
Te darás cuenta que no tiene ningún signo de puntuación, ¡uhm! Deberás conocer las razones y representar uno de los tres personajes responsables de consignar o añadir los signos de puntuaciones (¡!), (,), (.), (;), (¿?), (…), ( ´ ) donde corresponda para darle la interpretación correcta. ¿De qué se trata? Es un relato de tres hermanas casaderas, Soledad, Julia e Irene, conocieron a un joven y apuesto caballero, licenciado en letras y las tres se enamoraron de él. Pero el caballero no se atrevía a decir de cuál de las tres hermanas estaba enamorado. Como no se declaraba a ninguna, las tres hermanas le rogaron que dijera claramente a cuál de las tres amaba. El joven caballero escribió en un poema sus sentimientos, aunque "olvidó" consignar los signos de puntuación, y pidió a las tres hermanas que cada una de ellas añadiese los signos de puntuación que considerase oportunos. La décima era la siguiente: Tres bellas, ¡Qué bellas son!: Tres bellas que bellas son me han exigido las tres que diga de ellas cual es la que ama mi corazón si obedecer es razón digo que amo a Soledad no a Julia cuya bondad persona humana no tiene no aspira mi amor a Irene que no es poca su beldad (Citado por Roberto Vilches Acuña en "Curiosidades literarias y malabarismos de la lengua". Editorial Nacimiento. Santiago de Chile, 1955)